La vida nos venía preparando para un cuarto integrante, el asiento trasero del Poderoso se sentía vació, los recuerdos de nuestras mascotas en México eran cada vez más frecuentes y las pláticas de «Si tuviéramos un perro….» eran cotidianas. Y aunque el encuentro con La Loba en Cotopaxi me había dejado un shock de responsabilidad que no sabía si estaba lista para afrontar, la idea continuaba pero había que dejar que llegara, sin buscarlo y que simplemente el destino lo trajera a nosotros.
En una decisión espontánea decidimos ir a Vilcabamba que es conocido como el valle de la longevidad. Ya de por si estábamos sorprendidos de ver tanta persona longeva en Ecuador y pensar en que podíamos ver a los más longevos del mundo nos atrapo, así que nos tomamos la carretera llena de derrumbes y lluvia a buscarlos y avanzamos durante dos horas para llegar al famoso pueblo.
Y les confieso mis queridos lectores, no hubo decepción más grande que Vilcabamba, lejos de encontrar el pueblo que teníamos en mente nos topamos con un lugar en donde vivían todos menos esos rostros longevos que queríamos ver.No puedo negar la belleza de los paisajes, la tranquilidad de su aire, el clima perfecto y su arquitectura conservada, pero al final resultó ser un lugar de extranjeros y de artesanos.
Decepcionados un poco por la primera impresión optamos por buscar un lugar donde acampar, dando vueltas en las 4 calles que hay, nos encontramos con Lola, una chica que en cuanto la vimos con un camino muy seguro supusimos que ella podría darnos información para nuestra estadía. Lola inmediatamente nos dijo de un estacionamiento donde podríamos dormir en el carro de forma segura. Sin dudarlo le ofrecimos llevarla a su destino y que de paso nos dijera del lugar que nos hablaba.Cruzamos el puente del río y enseguida nos dijo: ¡Es aquí! y ahí esta una amiga se las voy a presentar.
Nos bajamos del carro y nos dirigimos hacia ella, aún no estábamos ni tantito cerca cuando sentimos el recibimiento de 5 cachorritas brincando sobre nuestros pies y rasguñandonos con sus pequeñas uñas.
Lola nos presentó con Cycy y ella de inmediato nos dijo: ¿Viajeros? SI quieren pueden llevarse una cachorrita, yo solo me reí y ella muy segura nos decía que escogiéramos uno que ya estaban en tiempo de separarse de su mamá. Al momento llego Emmanuel pareja de Cycy e hicimos tan buen click que compartimos con ellos los siguientes dos días en su casa rodeados de cachorras y ellos platicándonos lo hermoso que era viajar con un perro, claramente siempre con la idea de querer convencernos para llevarnos a alguna de las perritas, pero durante las dos noches al ir a dormir nos despedíamos con la misma frase: «Mañana les damos una respuesta».Ya por las noches Gus y yo hablábamos de los pros y contras, debo confesar que yo era la más insegura, la que veía más contras pero al mismo tiempo Gus me recordaba lo que días antes habíamos acordado: «Hay que dejar que llegue, no hay que buscarlo» y eso era lo que había pasado; el cachorrito había llegado sin buscarlo, por un decisión espontánea de ir a Vilcabamba y por azares del destino conocer a Lola y que ella nos llevara con Emmanuel y Cycy y que ellos casualmente tuvieran 5 cachorras, por estos hilos del destino nosotros estábamos a punto de adoptar a la 4 integrante de Nomadarte.
Y así después de consultarlo con la almohada, el tercer día en la tarde justo antes de irnos les dimos el sí de adoptar a nuestra nueva compañera. Ellos emocionados nos dijeron cual creían que era la ideal para un viaje tan largo como el que hacemos y luego de verlas y enamorarnos de todas elegimos a la que apodaban «Gringa».La despedida fue muy triste al ver sus ojitos y su carita mientras el carro iba avanzando y ella dejaba atrás a sus hermanitas y a su mamá, pero estábamos convencidos que con todo el amor que le íbamos a dar nos iba a querer muy pronto.
Nosotros seguimos el camino rumbo a Zamora, a comenzar un nuevo capítulo para Nomadarte, emocionados y felices con la mejor decisión que pudimos tomar: continuar nuestro viaje con una perrita que nosotros llamamos Vilca.
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Natalia Soledad Roca
genios, gracias por adoptar a estos hijos de cuatro patas, que son unicos, y llenos de amor, feliz viaje, Dios los bendigaaaaaaaaaa!!!
raul ivan becerra
Nunca van a estar solos!