El reencuentro con Colombia
¿Que estábamos haciendo hace 4 años exactamente? Yo me había ido a vivir a Argentina con uno de mis mejores amigos, trabajamos en un hotel de una pequeña ciudad llamada San Luis y quería conocer La Patagonia, al final el camino me llevo a Chile y Bolivia y deje pendiente el Fin del Mundo, Gus por su lado se había ido a vivir a Medellín, Colombia y había explorado muy detenidamente el norte del país.
Mucho tiempo entre nosotros hablamos de estos viajes, nos platicamos nuestras aventuras y los amigos que dejamos. Él, más que hablarme de la fiesta me hablo siempre de su familia Colombiana y el día que nosotros llegamos a Medellín tuve la fortuna de conocerlos, y como si no hubiera pasado nada de tiempo Claudio, Natalia y Evelyn recibieron «AL WEY» con ese cariño que solo los colombianos saben expresar.
Llegamos al aeropuerto, nosotros recogimos las maletas, se abrieron las puertas y en cuanto vimos esa frase sabíamos que hablaban de Gus el cartel de bienvenida decía «MEXICANO PENDEJO».
Los abrazos, los recuerdos y una calurosa bienvenida no se hizo esperar, teníamos la suerte de pasar unos días en Medellín con estas lindas personas.
La visita a Medellín era muy express, nosotros teníamos que ir hacia Cartagena a recoger al Poderoso, así que nos duro muy poco el gusto de sentirnos como en casa.
Decidimos que nuestro viaje hacia el Caribe Colombiano sería en bus, eran aproximadamente 14 de horas de viaje para llegar a la ciudad amurallada, cuando llegamos a la terminal vimos que todos los pasajeros subían al bus con cobijas, chamarras y demás artículos de frío, cuando empezó el viaje nos dimos cuenta de que todos iban preparados para 14 horas a una temperatura bajo cero, ¿Y nosotros? Pues nosotros pasamos una mal viaje, con el aire acondicionado a nuestro lado, con mucho frío, música a todo volumen, bebes llorando y demás situaciones que hicieron que no pudiéramos dormir en toda la noche.
Eran las 11 am cuando pisamos la terminal, Gus ya había estado allí entonces la sorpresa de lo que era Cartagena era solo para mi, me imaginaba salir y ver la famosa ciudad amurallada, tenía en mi mente un pueblo mágico por todos lados, ¡Era la famosa Cartagena! puse un pie fuera de la terminal y me encontré con algo muy diferente a lo que tenía en la mente, me encontré con lo que para mi era el reino de los motociclistas, y una ciudad caótica.
Tomamos un taxi que nos llevaría con nuestro primer Couchsurfing de Colombia: «Casa Transfusionarte» para llegar hasta ahí cruzamos la ciudad por 20 minutos, yo volteaba por todas partes buscando las famosas calles, la muralla y todo lo que internet me había dicho que era Cartagena, pero no encontraba nada. Durante los dos siguientes días tampoco vi nada de lo que tenía en la mente, nos enfocamos en los trámites del carro, en ir de un lado para otro, buscar firmas para por fin sacar al Poderoso de su contenedor.Cartagena tiene dos caras, la cara urbana de una ciudad caótica con tráfico, polvo, música a todo volúmen, motos saliendo hasta de las alcantarillas y sus grandes mercados y hay otra al final de la ciudad, unas cuadras antes de llegar al mar, justo ahí se encuentra la cara turística con sus hermosos balcones, sus atardeceres perfectos desde la muralla y sus palenqueras vendiendo fruta. Getsemaní es el lugar ideal para hospedarse y conocer este lado de la ciudad tan icónico de Colombia, fue ahí donde Gus me mostró la famosa Cartagena.
Mientras caminábamos nos invitaron a ver el atardecer desde el famoso Café del Mar…
A lo lejos se pueden observar los grandes edificios y luces por toda la costa, la ciudad que los guías turísticos llaman como «La otra Florida». También en Cartagena hay ese lado de opulencia.Y pasamos 2 días llenos de esos balcones pintorescos y calles que invitaban a recorrer cada espacio de Cartagena
Su playa y su muralla con recovecos para los enamorados…
Sus graffitis por todas partes…
Sus plazas y esculturas
Mientras caminábamos, Gus me iba llevando por los lugares que él había recorrido, contándome historias que había vivido en esos lugares sus historias y llegamos a la plaza Santo Domingo donde estaba la famosa «Gorda Gertrudis» pieza de Fernando Botero y justo delante de esta escultura nos topamos con una palenquera que se le hizo muy familiar a Gus, después de unos minutos recordó que hace 4 años le tomo foto a la misma mujer y enseguida le tomamos otra foto… Una hermosa casualidad para despedirnos de la bella Cartagena ….