Hace muchos años había tenido la suerte de visitar Bolivia, me había subido a un autobús desde Chile y había cruzado una frontera desolada, caliente y con mucha tierra, en algún punto en medio de la nada un autobús paso y me subió para llevarme hasta Uyuni. Ese primer encuentro con este país Andino fue clave para tomar la decisión que cambio mi vida para siempre: Querer viajar por el mundo. Simplemente me enamoré de esa sensación de no saber hacia donde vas, de sentirte perdida, de caminar sin rumbo, de dejar que la vida te sorprenda. Me enamore de escuchar nuevos acentos, de observar caras hermosas y particularmente en Bolivia me enamoré de esos grandes sombreros que usaba toda la gente.
Bolivia al ser un parte aguas en mi vida, era un punto clave para este nuevo viaje. Conocía su cultura, conocía los lugares a los que tenía que ir, sabía donde estaba ubicado cada punto y así arrancamos, seguimos la carretera sin dar vuelta, observando esa postal perfecta que caracteriza a estos países Sudamericanos.El camino siguió y siguió hasta que nos encontramos de frente con el Lago Titikaka y ahí tuvimos que subir a una balsa de madera, cada parte de ella crujía, el oleaje la movía de lado a lado pero poco a poco nos fuimos acercando al otro extremo para continuar la ruta.Sabíamos que estábamos cerca de la gran capital cuando nos dio la bienvenida El Alto, su famoso tráfico, sus mercados invadiendo la calle, gente que literal se subía al cofre para cruzar la calle. De un momento a otro, de venir con un paisaje hermoso, de disfrutar ese volcán que parecía tan lejano estábamos sumidos en el caos capitalino.
La Paz es explicada por muchos como una «OLLA», desde El Alto a 4150 msnm comienzas a bajar hasta los 3640 msnm para llegar a la capital, se encuentra rodeada de montañas, desde arriba puedes ver el uniforme color ladrillo de toda la ciudad, en tu camino puedes encontrar de todo, hasta un autobús con publicidad de los años noventa.El caos es desastroso, La Paz es hermosa, su estres es atrapante, su altura es agotadora para los mortales, caminar por las calles te puede llevar mucho más tiempo del planeado, sus grandes subidas te hacen jadear, muchas veces nos preguntamos ¿Como hace la gente? ¿Como pueden acostumbrarse a estas rampas casi verticales? Un día caminando por la ciudad nos encontramos con la maravilla más grande y moderna que tiene el país completo: El Teleférico.Este medio de transporte fue el que nos llevo hacia El Alto, una ciudad que dejo de ser lejana y se ha convertido en parte de la capital, el único problema era tener que subir en otra cosa que no fuera un transporte. Afortunadamente con el Teleférico además de llevarnos a donde queríamos ir, también nos daba una vista panorámica de la bella ciudad. Ir a El Alto era solo por una cosa: visitar el mercando más grande de Sudamérica, queríamos recorrer las calles de la ciudad poblada más alta del mundo y no nos decepciono.
«Se solicita cholita», «Cholitas que necesiten trabajar….» «Cholitas de tiempo completo», por todas parte leíamos ese tipo de mensajes, sin saber de que hablaban.
- -¿Quienes son las Cholitas?, le pregunté a Haydeé mientras caminábamos.
- -Las Cholitas son mujeres de los pueblos que vienen a trabajar acá.
En realidad no entendíamos muy bien eso de «Ser mujer de pueblo que trabaja aquí» Bolivia esta llena de esas mujeres fuertes, que andan con sus niños en la espalda, ellas son la mano trabajadora, las mujeres andinas son la belleza que viste con sus sombreros altos tipo bombin, faldas grandes y coloridas llamadas polleras, zapatos de tacón, un chal para taparse de los fuertes fríos y largas trenzas por su espalda. Las famosas Cholitas son un emblema del país, son esas mujeres que mantienen viva las tradiciones de Bolivia.
Estas mujeres Aymaras y Quechuas, son las que ves cargando kilos sobre la cabeza, eso sí, jamás quejándose, y es aquí, al sur del continente americano donde la cordillera Andina crece a alturas descomunales, es aquí donde cualquier persona hace cualquier trabajo con tal de ganarse unos pesos, es aquí en Bolivia donde la cultura la tienen más arraigada que en cualquier otra parte que nuestros ojos han visto, es aquí donde estas mujeres tienen un trabajo muy particular y que a nosotros nos dejo sorprendidos…. «LUCHA DE CHOLITAS»
Hace algunos años la noticia de mujeres Bolivianas haciendo «Lucha Libre» fue una súper novedad en México, estando ya en Bolivia ni siquiera lo recordábamos, pensábamos en mil cosas menos en eso, y fue mientras dábamos una vuelta por el centro cuando leímos un cartel anunciando el evento e inmediatamente nos clavamos en investigar donde se hacia este show tan emocionante.Aquellas mujeres de menos de 1.50 mts con esa faldita aterciopelada se agarraban a golpes en un ring, El Alto es la casa de estas luchadoras y aunque la violencia no va con nosotros, este show no nos lo podíamos perder.Tomamos asiento en el pequeño coliseo, todos esperábamos con ansias y al cabo de unos minutos una voz salió de las bocinas anunciando a los primeros luchadores. Comenzaron a pasar delante de nosotros, todos enmascarados, incluso uno de ellos tenía una playera que decía «Amores perros» lo que hacía énfasis a la influencia Mexicana en estos espectáculos.
La lucha termino sin pena ni gloria, en realidad todos estábamos ahí para verlas a ellas, a las cholitas. Pasaron unos minutos más y escuchamos como presentaban a Martha. Ella salió con su pollera larga, sus trenzas y largos aretes, daba vuelta mostrando el atuendo mientras caminaba, fue rumbo al ring hasta subirse al cuadrilátero. Su contrincante sería Rosa. Ruda vs Técnica. Ellas se saludaron y comenzó la pelea.
Golpes, patadas voladoras, jaladas de trenzas, llaves, ellas volando por todo el cuadrilátero y hasta un réferi que también daba golpes fue parte de un show que no nos decepciono nunca.
Podríamos imaginar que es como una Lucha Libre Mexicana, tal vez nosotros estamos más acostumbrados a ver esto que cualquier otro extranjero, pero esto fue simplemente épico, verlas vestidas con sus trajes tradicionales y ver ese teatro tan bien hecho nos dejo emocionados.
Como muchas otras cosas en Sudamérica, los precios para el turista son mucho más altos que para el local, con un valor de 50 bolivianos el extranjero puede disfrutar de todo el espectáculo, mientras que el Boliviano únicamente paga 15 para entrar. Al final no importa cuanto cueste, créannos… VALE LA PENA.
*Nos enteremos que las Cholitas cruzaron fronteras y ahora andan por Europa dando cátedra de buenos golpes, y buenas jaladas de trenzas. Pero eso sí jamás perdiendo su cultura.
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LALO
Que Hermoso trabajo Fotográfico
Cynthia
Muchas gracias Lalo!! Un abrazo grande!
Carlos
Chicos que buen Post estaba buscando algo sobre las peleas de LAS CHOLITAS y di con ustedes… muchas gracias…. que tengan buen viaje NOMADARTE.
Cynthia
Graciasss!!! 😀 Cualquier otra info que necesites saber escríbenos!!