Hace muchos años Simón Bolívar hizo un poema llamado «Mi delirio sobre el Chimborazo», en algún momento del viaje escuchamos el poema sin entender por completo el significado, fue hasta que llegamos a Ecuador y tuvimos frente a nosotros ese volcán cuando comprendimos los versos del famoso libertador.
Lo que eran pocos kilómetros desde Macas hasta Riobamba se convirtió en un día completo de viaje por la cantidad de paisajes que se postraban delante de nosotros en cada metro que avanzábamos; Parques nacionales, grandes montañas, lagunas y un frío que calaba hasta los huesos anunciaba la llegada de la que fue la primer ciudad fundada en el Ecuador.
Poco a poco nos íbamos acercando, como es costumbre el Poderoso no iba a más de 60 km/hra así que disfrutábamos del paisaje y reafirmábamos nuestra teoría: Ecuador es una postal.En este país no es necesario esperar ningún momento para tomar la fotografía TODOS son los momentos, son la mejor postal.
Eran nuestros primeros días con Vilca y como apenas se acostumbraba a viajar en el auto había que detenernos muy seguido a que descansara y se relajara, de un momento a otro habíamos tardado mucho más de lo programado en llegar a Riobamba y nuestro couch lo supo y de inmediato nos llamó..
– Chicos, ¿Donde están? Se esta viendo el Chimborazo, lleguen pronto para que puedan tomar fotografías.
En cuanto le dije a Gus lo que Fausto me había dicho sentí como empezó a aumentar la velocidad del Poderoso, las manos de Gus comenzaron a sudar y sabía que el estrés iba a crecer (él no quiere perderse ningún momento de fotografía). El mapa me indicaba que aún faltaban 20 minutos de camino, el atardecer estaba terminando y Gus no lo soporto más, estaciono el auto y se bajo corriendo hacia un puente peatonal desde donde teníamos de frente el imponente volcán. Yo, acostumbrada a este tipo de movimientos de su parte me quede dentro del auto, disfrute el hermoso paisaje y no quedo de otro más que esperarlo, al regresar Gus me enseño las fotografías que había tomado y como siempre no me defraudo, desde ese lugar había logrado capturar un espectacular Chimborazo despejado.Al llegar con Fausto relajadamente cenamos y descansamos del largo camino para al día siguiente salir a recorrer el centro histórico y los alrededores.
Después de algunos días en la capital y noche tras noche observar el Chimborazo a lo lejos decidimos seguir el camino hacia allá, nuestra experiencia en Cotopaxi había sido tan buena que teníamos que ir a probar suerte en aquel alejado lugar.El Chimborazo es famoso por ser el punto más alto del Ecuador y al mismo tiempo es el punto más alejado de la tierra, es la montaña más alta del planeta y es conocida como «El punto más cercano al Sol». Y bueno después de leer esa información estábamos más que emocionados por podernos acercar lo más posible a ella.El paisaje como en todo el hermoso Ecuador era asombrante, el camino se hizo lento de tantas paradas que hacíamos para fotografiar, era imposible no detenerse al ver cada escena que se cruzaba delante de nosotros.
Pasamos algunas subidas, hubo unas cuantas curvas y cuando menos lo pensamos teníamos frente a nosotros al volcán Chimborazo en todo su esplendor, pocas nubes lo cubrían, el cielo era despejado y su nevado era un reflector de luz hacia nuestros ojos.El paisaje era inigualable, no podíamos creer la suerte de tenerlo tan despejado y bueno ni hablar del tamaño, era totalmente imponente. Dicen que un día como estos se puede observar a 218 kilómetros de distancia, es decir que estando en Guayaquil aún se puede apreciar este imponente volcán.
El sol comenzó a ocultarse, y el frío se hacía cada vez más intenso, al punto de volverse insoportable, estacionamos el carro para descansar e inmediatamente nos dimos cuenta de la luna tan bonita que se veía, de las millones de estrellas que nos alumbraban y aunque el frío hacía todo más complicado nos tuvimos que animar a salir y tomar fotografías de la mejor vista del Chimborazo en todo el día.
Mientras tanto Vilca permanecío en el carro enrollada entre las cobijas sin querer asomar ni un centímetro de su cuerpo por el frío tan intenso de esa noche.
Al día siguiente teniendo otro día perfecto nos adentramos al Parque Nacional para llegar hasta el refugio del volcán, pero nos topamos con la sorpresa de que no se podía entrar con mascotas, quisimos ignorar la señal y la escondimos entre las cosas para poder entrar, todo iba bien hasta que vimos que llegando al refugio había un montón de guardaparques, así que no quisimos arriesgarnos a que nos dijeran algo por haber metido a Vilca y decidimos quedarnos a mitad del camino y contemplar desde ahí el paisaje.
También nos encontramos con unas vicuñas muy curiosas que avanzaban delante nuestro en el camino.
Al final al Chimborazo no pudimos subir, pero estamos seguros que disfrutamos el paisaje como nadie, lo fotografiamos de todos los ángulos y hasta a Vilca le toco posar frente este delirante volcán.
El camino por Ecuador continuaba ahora rumbo a la Amazonia.