«La mente es más fuerte que el cuerpo, no cualquiera llega aquí». Nos dijo Guber al darnos la bienvenida a Choquequirao.
Sonó el despertador a las 3:00 am. Estábamos en Abancay durmiendo en una casa del árbol, no es mentira, realmente nos encontrábamos viviendo en el sueño de cualquier niño, una casa sobre un fuerte árbol que no cubría del frío por las noches. Mientras tanto todos nos preparábamos para un trekking de 5 días por uno de los cañones más profundos del mundo formado por el río Apurimac.
Extrañamente Choquequirao se encuentra ubicado en el Valle de Vilcabamba y nosotros fuimos motivados a llegar hasta este refugio Inca meses atrás, el día que llegamos a Vilcabamba, Ecuador y justo ese día conocimos a una cachorrita hermosa, que días después adoptaríamos y le pondríamos el nombre de Vilca. Es decir, nos encontrábamos con Vilca en su propio valle de Vilcabamba.
Choquequirao es el último bastión de la resistencia de los hijos del sol y de la sabiduría andina, fue el último refugio de los Incas hasta el año 1536. Era utilizado como una garita de control para la entrada a Machu Picchu y Pisaq, pero al mismo tiempo es considerada como la «Hermana Sagrada» por se tan importante como Machu Picchu por su arquitectura y diseño de construcción.
Llegar a Choquequirao no es una tarea fácil y menos para una tercia de viajeros que se mueven en su Poderoso y que dejamos que él sea el encargado de cargar nuestras maletas. Habíamos hecho trekkings, pero jamás con peso en nuestras espaldas y muchísimo menos teniendo a la altura como principal enemigo y acompañante.
Hay muchas agencias que te llevan a hacer este tour, nosotros lo organizamos para hacerlo de forma tranquila y a un ritmo que no exigiera dejar el corazón y los pulmones en la parte de atrás, nuestro recorrido llevaría un tiempo de 5 días en ida y vuelta, caminaríamos 60 kilómetros, con un descenso y ascenso pronunciado hasta llegar a los 3,300 msnm en Choquequirao.
Salimos desde Abancay, por 16 soles por persona, una camioneta nos llevó hasta Capulliyoc, el camino estaba lleno de curvas, las subidas pronunciadas y bajadas continuas en un valle gigantesco nos anunciaba la llegada al inicio del camino. Después de dos horas y cuando ya no hubo más carretera, tomamos nuestras maletas y comenzamos el primero de cinco días de caminata.
Para esta aventura nos juntamos con Sebas y Sergio un par de amigos Argentinos expertos en senderismo que nos echaban porras para no rendirnos, Maya una chica Española con toda energía del mundo y claro nuestra inseparable Vilca que quería conocer su valle.
Estábamos recién llegados, el sol estaba oculto y con muchas energías fue suficiente para empezar la caminata desde Capulliyoc que se encuentra a 2800 msnm, los primeros paisajes de la profundidad del cañón y los nevados alrededor hacían del trayecto un deleite para los ojos. El tiempo pasaba y las piernas no lo sentían, la emoción era mucha para comenzar a quejarse en las primeras horas, además el camino inicial es bajada así que el esfuerzo no es mucho. Entre todo el paisaje a lo lejos intentábamos buscar el complejo de Choquequirao, nunca lo vimos, y eso fue bueno porque de haberlo visto desde un inicio, quien sabe si hubiéramos querido seguir caminando.
La primera etapa es bajar hasta el río Apurimac, se pasa por varios campamentos y poco a poco vas bajando de 2915 msnm hasta 1400 msnm, nadie sufre más que las rodillas, y tal vez los dedos que si no vas observando puedes llegar a patear unas cuantas piedras del camino. Después de 2 horas llegamos al primer campamento Cocamasana, las piernas temblaban y todavía se podía ver el río muy lejos, pero eso no evito que hiciéramos la pregunta obligada a la gente que estaba por ahí:
- -¿Cuánto falta para Playa Rosalina?
- -¡Uy! Todavía les faltan 2 horas
Los ánimos no cayeron y muy felices continuamos en espera de estar muy pronto en la parte baja del cañón.
Caminar tantos kilómetros con la mochila en la espalda era algo nuevo para Gus así que él lo hacía muy tranquilo, siempre era el último pero nunca dejando esa sonrisa de saber que pronto estaríamos en Choquequirao.
Una hora después el sol comenzó a hacer de las suyas, lo teníamos de frente y nos estaba agotando muchísimo, no había marca atrás, teníamos que continuar bajando y siempre lo buscábamos hacer por las pequeñas sombras que las ramas de árboles nos daban. El río aún lo veíamos muy lejos, parecía que no avanzábamos nada.
El siguiente campamento con el que nos cruzamos fue Chiquiscca, las piernas nos decían que nos detuviéramos ahí, que descansáramos y que al día siguiente continuáramos. Pero al ver el mapa y darnos cuenta que aún estábamos muy alejados del destino final nos hizo levantarnos y continuar lo más que se pudiera. Había que avanzar lo máximo ese día para tener tiempo de conocer el complejo arqueológico con calma.
En el camino fuimos viendo letreros que indicaban el camino hacia Choquequirao, pero todos con el número de kilómetros borrado, al final creemos que siempre es lo mejor no saber cuánto te falta para continuar sin estar pensando en ese número eterno.
A las 12 del día llegamos a Playa Rosalina, la bajada había sido fuerte, las piernas se resentían y fue hasta que estuvimos a un lado del río cuando decidimos relajarnos y estirar las piernas para continuar con la peor parte que era subir….
El sol estaba cada vez más fuerte, mi mente me decía que no continuáramos, pero todos sabíamos que había que subir un poco para tener más relajado otros días, así que sin pensarlo mucho comenzamos a subir.
El calor era agobiante, y llegar a Santa Rosa baja parecía imposible, ese trayecto es recordado como el más pesado de todo el trekking. Dar más de 3 pasos sin detenerse a buscar una sombra era imposible, las subidas empinadas y mucha piedra en el camino hacían que no quisiéramos seguir. Nadie hablaba solo inhalábamos y exhalábamos para continuar, no se veía que hubiera algún campamento cerca.
Avanzábamos lo más que se podía, buscábamos una sombra y todos nos hacíamos bolita para descansar, Vilca caminaba, por un momento solo se escuchaba que lloraba del cansancio, Gus intento cargarla un rato pero con el peso que tenía en la espalda le resultó imposible avanzar con Vilca en los brazos.
Así transcurrieron más de 3 horas, maldiciendo el camino, sufriendo, Vilca llorando y haciendo hoyos en cualquier oportunidad para descansar, tapándonos de sol con cualquier cosa que veíamos y por un momento paso por nuestra cabeza que jamás llegaríamos, hasta que de forma milagrosa nos topamos con el «CANPIN SALBACION». Y literal fue una salvación encontrarlo en ese momento.
Nadie dijo que ese era el lugar donde había que descansar, no hizo falta mencionarlo, todos en automático llegamos y nos tiramos en el pasto, habían sido ocho horas de caminata, las piernas estaban agotadas, el calor había consumido todas las energías y simplemente no podíamos continuar a investigar si había otro lugar más adelante para descansar.
Fue hasta que comezamos a recuperar un poco de fuerzas que Gus se dio cuenta que había sido atacado por unos moscos peruanos que eran más intensos que cualquier otro del mundo. Este tip es esencial: No vayan a Choquequirao sin un buen repelente. Estos moscos no dejan ronchas, solo dejan un punto de sangre que da una comezón que no te deja descansar.
Ese primer día fue el más difícil y justo después de comer, a las 8 de la noche estábamos todos en la casa de campaña descansando.
A las 3 de la mañana sonó el despertador, era hora de comenzar el segundo día de caminata, haber dormido temprano fue esencial para poder despertar frescos como una lechuga, desayunamos un poco y comenzamos a caminar aún de noche, sin el calor consumiéndonos, la subida no se sintió.
La luz comenzó a hacer presencia cuando llegamos a Marampata el último caserío que esta antes de llegar al refugio Inca.
Nos tomamos un descanso para observar las hermosas casitas hechas de adobe, todas con hermosas pinturas en sus fachadas, recuperamos fuerzas y continuamos el camino.
Y así después de 6 horas de subida pudimos llegar a la entrada del soñado lugar Choquequirao.
Todos nos abrazamos y nos felicitamos por tremendo esfuerzo en llegar hasta allí, Vilca también se llevó sus buenos besos porque le sufrió pero jamás se rindió.
Y así después de 2 días de esfuerzo continuo por fin pudimos caminar los últimos pasos para la mejor vista de cualquier imperio Inca.
Un esfuerzo de 6, un triunfo para los 6 y un paisaje inolvidable. No podía faltar la foto grupal con tremenda arquitectura detrás. Y como nos dijeron los guardias del lugar: Hacer todo ese camino sin sacar los demonios internos es complicado, llegar y observar tan hermoso lugar no tiene precio.
Sorry, the comment form is closed at this time.
Josselin
Me encantó leer su blog. Pienso viajar en febrero con mi perrita. Mi duda es si estando en el complejo me dejen entrar con ella. Muchas gracias!!