Calakmul, el gran secreto de los mayas
Habíamos recorrido ya algunos de los lugares prehispánicos más importantes de México:Monte Albán, Bonampak, Palenque, La Venta, Chichen-Itzá… y el sentimiento siempre era el mismo. Más allá de la mística esperada, salíamos hartos de tanta vendimia, el tianguis, turistas, guías que no salen del guión y los chistes prefabricados para caer bien, los pesos mayas, los 2 x 50 etc. Sí los lugares son increíbles, la historia es extraordinaria, pero como muchas cosas lo hemos arruinado, no falta mucho para ver un Mc. Donalds y su Mayan Whopper en las zonas prehispánicas y escaleras eléctricas para subir a la pirámide.
Durante nuestra estancia en Campeche, la familia Ramírez que amablemente nos hospedo nos recomendó un lugar hasta entonces desconocido por nosotros.
– Van a ir a Calakmul?
-Este… si (aunque no sabíamos que diablos era, no quisimos sonar ignorantes) yo creo que vamos antes de salir de México.
-No se lo pierdan, vale mucho la pena.
En una agenda inexistente quedo escrito el nombre Calakmul, lugar al que tenemos que ir antes de dejar México.
Muy temprano me desperté en Chetumal aún, tenía que pasar por Gustavo y Cynthia para tomar rumbo hacia Calakmul, ellos durmieron en Bacalar, llegue a las 9 a.m. y sin saber exactamente el camino agarramos carretera. Con hambre y con no mucho dinero tomamos la carretera Chetumal-Mérida buscando la desviación, cerca de Becán comenzamos a esquivar algo que se movía en el asfalto: Saltamontes gigantes! parada obligada para tomar algunas fotos.
Retomamos carretera y nos acompañó Doña Francisca y su hija, no perdimos la oportunidad de echarles aventón para platicar con ellas. Nos agradecieron mucho pues los Tábanos (que son una especie de moscas-abejas de la región) les estaban picando y tenían que pasar por sus niños a la escuela. Bromeamos sobre si no traían lunch para nosotros jajaja.
Poco después de dejarlas en su destino, entramos a la Zona Protegida de la Biosfera Calakmul y empezamos a ver señaléticas extrañas con figuras de venados y murciélagos sin duda íbamos por buen camino. Después de casi 3 horas de camino desde Chetumal al fin llegamos, AL ENTRONQUE! jajaja todavía faltaban otros 60 kms. A la entrada un guardia del ejido nos cobró $28 pesos por persona y $56 por el vehículo, un poco de mala gana porque era un pago que no teníamos contemplado. Ya habíamos recorrido muchos kilómetros como para no entrar así que desembolsamos.
Entramos en la inmensidad de la Selva y no pasaron más de 5 km cuando vimos un Zorro pequeño al lado de la carretera.
-¡Órale! ¿lo vieron?, increíble!. Dijo Cynthia.
Después de esquivar muchos baches llegamos al km.20 fatal sorpresa ahora el cobro del gobierno el cual desconocíamos SEMARNAT $55 pesos por persona. Para dónde te haces? apretar los dientes y contar la morralla, aquí están. En este punto existe un museo con replicas prehistóricas y una explicación sobre las especies y biodiversidad de Calakmul y sobre los mayas que lo habitaron. El museo estaba sólo, incluso prendieron la luz cuando entramos.
-¡Vámonos! ¡Es tarde tenemos que llegar a las ruinas!. Exclamó Gustavo.
La expectativas eran muy altas, y temíamos ante todo una gran decepción. Sin dinero, con hambre y un poco cansados recorrimos los siguientes 40 km. Las mariposas multicolores que durante todo el camino revolotean alrededor te quitan la cara larga y animan durante todo el recorrido. Esquivamos un último bache piscina después de una curva y por fin llegamos!
¿Será aquí?. Había sólo cuatro automóviles estacionados y ni un sólo comerciante, se escuchaban las aves y chicharras, tranquilidad en una zona prehispánica. Algo hasta entonces increíble para nosotros. Nos preparamos para entrar cada quien con su botella de agua, pantalones de mezclilla (no lleven shorts si no quieren ser el buffet de los mosquitos), repelente en los brazos (no es necesario bloqueador solar) y por supuesto las cámaras fotográficas.
Para entrar a la zona antes uno tiene que realizar un pago para el INHA de 56 pesos por persona, los estudiantes y maestros mexicanos entran gratis. Después de pasar el módulo tienes que seguir una vereda de piedra lamosa (recomendamos llevar unos buenos tenis). Así que comenzamos a adentrarnos a la zona. Desde el principio hay magia insectos rarísimos de colores intensos (ciempiés, escarabajos etc.) las veredas bajo el cobijo de árboles grandes que además dan sombra todo el tiempo. Caminamos alrededor de 20 min. cuando de repente comenzamos a ver ruinas prehispánicas. En este momento hay una confusa señal sobre tres rutas para conocer la zona prehispánica: la ruta corta, media y larga. Tan confuso es que nosotros no sabemos que ruta tomamos (intentamos recorrer la larga).
La inmensidad y complejidad de las ruinas mayas que ahí se encuentran datan del año 2000 a.c. y abarcan casi 70 km² (lo que se ha descubierto). Tuvo que venir un estadounidense de nombre Cyrus Longworth Lundell para registrar el sitio en 1931 pero fue hasta los años 80’s cuando México le puso atención y recursos para su rescate y preservación.
Caminando por el gran laberinto, inmersos en la magia y el asombro de cada edificación que nos encontrábamos el tiempo pasó volando, cuando nos dimos cuenta ya habían pasado más de 2 horas y el sitio cierra a las 5 p.m. y el tiempo se nos había esfumado.
-¿Nos regresamos? pregunté.
-No, sigamos, hasta que nos vengan a correr hehe. Dijo Gustavo.
Así que seguimos hasta que encontramos a dos parejas de turistas que parecían más perdidos que nosotros. Caminamos por una vereda extensa y comenzamos a oír como caían frutos de uno de los árboles.
-Monkeys! monkeys! señalaba una turista a las copas de unos de los árboles.
Nos apresuramos a alcanzarlos y miramos arriba, ahí estaban monos libres paseándose por las ramas y recolectando frutos, nosotros abajo tomando fotografías como frenéticos japoneses y esquivando todo lo que caía. La luz se filtraba entre los árboles, comenzaba a obscurecer.
Es momento de salir del laberinto. Tomamos un camino y encontramos un mapa, nos dimos cuenta que la zona muy grande y que solo una parte es turística el resto aún esta oculta para los mortales jaja. En el mapa también estaba marcada la salida, momento de volver a la realidad.
Ya de regreso a Chetumal (sabíamos que sería un largo camino) vimos como tarántulas gigantes atravesaban el camino, para espantar el cansancio comenzamos a contarlas y esquivarlas. Contamos más de 20.
Calakmul es la mejor zona arqueológica de México por muchos factores. cada peso que a regañadientes dimos, cada kilometro recorrido lo valen.
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